El whatsapp explota de emojis de alegría, alivio y felicidad. En estas horas se esta corriendo como regadero de pólvora entre madres detonadas, la noticia de que abren las escuelas y los colegios. Parece que esta previsto la vuelta a clases para los peques de primaria.
Estaba segura que ante este titular sería la primera en reaccionar como la madre del vídeo viral, que tira a los nenes literalmente del auto en la vereda del colegio y sale rajando, haciendo chirriar las ruedas contra el pavimento, por las dudas que alguien se arrepienta, revoque la medida y tengamos que encarar de nuevo el homeschooling al mismo tiempo que malabareamos entre el tele trabajo, las tareas domésticas y hacer que no se proclame la tercera guerra mundial en casa.
Si bien soy de las privilegiadas que “cuarentenaron” con verde, teletrabajo y una pareja al pie del cañón, lejos estamos de ser la familia Ingalls y la experiencia de educar en casa, especialmente al más chico, me generó bastante estrés y por momentos fue bastante angustiante. Vamos, que por algo los padres no somos sus maestros, y hacer el doble rol nos exige una capacidad elástica de paciencia y control que muchas veces flaquea y más cuando la situación en general nos expone a un cocktail de emociones que nos dejan limados el resto del dia. Soñando con una peli, un vino y un colchón.
Pero no. Hay algo que me frena a estar contenta y emocionada por volver a la Nueva Normalidad y con todo lo que eso implica. ¿Es que te acordas todo lo que eso implica?
Volver al despertador y a las viandas y a las corridas de la mañana. Volver a activar los 40 whatsapps que olvidaste que tenias, cumples, cadenas, Cadena de regalos, bailes, piojos, buzos perdidos, deportes los sábados, programas obligatorios de invitaciones de amigos para que socialice y no se pierdan nada ni se queden afuera, en fin, se acaba una era, una etapa que hizo que me reencontrar con parte de la forma en la que me crié junto a mis hermanos y mi familia. Un vistazo a una vida con otros tiempos. En familia y en dulce, amargo, conflictivo y revuelto montón. Donde los primos y los tíos priorizamos que no sacarlos y guardarlos únicamente para que se puedan seguir viendo aunque sea entre ellos.
Devolverlos al sistema me va a costar.
Reafirmo el concepto que este es el punto de vista de una afortunada. Que tiene un hogar que la cuida y no la violenta. Que tiene tiempo y puede dedicarle atención y contención a cada uno de los suyos, estén en el nido o hayan volado. Que cuenta con las herramientas emocionales para contar hasta 20 y no tirarlos por la ventana cuando todo se va al carancho y una situación económica que me deja dormir por las noches y no morir de la angustia.
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